domingo, octubre 14, 2007

esperando


Era la cuarta taza de té que tomaba. Y ya iba siendo tarde.
La vela titilaba burlona, como jugando con un ser invisible pero presente que la zarandeaba.
Tan presente como la ausencia de quién aquella mujer esperaba.
Había tantas ilusiones concentradas, como aromas en la tetera, y el tiempo seguía corriendo.
Y como la vela, las esperanzas iban consumiendose, hasta quedar reducidas a una masa amorfa de cera requemada.
Aun recordaba como días antes se conocieron por un amigo común en un concierto al que habían ido por no decirle que no.
Tras el recital, tomando algo a los dos les empezó a interesar el otro.
Un par de días después, tras conseguir el teléfono de la joven, se decidió a llamarla para invitarla a aquella cita a la que no había acudido.
Indignada por el desplante y preguntándose como era tan estúpida de confiar en los hombres a su edad, se incorporo y fue a pedir la cuenta.
Mientras el camarero cobraba, reparo en el reloj de la pared
- perdona- dijo al camarero- tienes el reloj dos horas atrasado
el camarero dirigió una mirada inexpresiva a la pared, a su muñeca y a un móvil que ocultaba bajo el mostrador.
disculpe señora, pero es usted la que tiene mal el reloj.
Tras superar el calor y color en sus mejillas puso en hora su reloj, 5 minutos después a la hora acordada, apareció a quien esperaba.
El resto lo dejamos a su imaginación...