Una tarde de verano
Una tarde cualquiera de verano, tan buena como otra para pasear por cualquier lugar de esta ciudad semivacía.
El gaitero desenfundó el instrumento, y alli junto al río, en aquel parque, reflejado en el agua, y comenzó a tocar.
Una pareja de ancianos, aparentemente matrimonio, se pararon atentos a escuchar, tal vez recuerdos de juventud, tal vez al gaitero, tal vez una amalgama de las dos.
El gaitero se percató de la presencia de la pareja,en el preciso instante en el que Él la besó y se sonrieron cómplices.
Una sonrisa rodeada de los surcos que labra la vida en la piel, penas y glorias incluidas.
Entonces continuaron con su paseo, cogiditos de la mano.
El gaitero, testigo de aquel momento, no pudo más que recordar un tema, la marcha nupcial asturiana por ellos, por el amor para toda la vida, por esos momentos insignificantes que significan tanto.
Que lo significan todo...