domingo, abril 16, 2006

Camino al monte


Llovia, y el percutir del agua contra el suelo embarrado, parecia acompañar a el ritmico sonido de los cascos del caballo sobre el que me desplazaba entre árboles milenarios, la melodia la ponian los cencerros de las vacas que conduciamos a los pastos del monte. Pensaba yo en las veces que mi tio, mi abuelo, su padre... habrian vuelto sobre los pasos de sus antepasados para rehacer ese mismo camino, sin mas fin que subsitir al frio, la nieve, el agua o el hambre, pensando para sus adentros en un tiempo mejor, en sus amores, en una vida más descansada...
De repente el caballo resbala y tengo que volver a colocarme en la montura, sigue lloviendo y justo delante mio, como espantando los fantasmas de la pena, que no solo me persiguen a mi, una voz por la que pasaron los años y el peso del sufrir,desgrana una vieja cancion, una tonada que es la forma de cantar de los asturianos, que habla de vacas, de mozas y de tiempos de fiesta.
Se me escapa una sonrrisa por lo reconfortante de sentirme en casa, calado hasta los huesos, helado de frio pero por fin tras muchos meses contento de estar alli.